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Reflexiones sobre Cultura, multiculturalidad, interculturalidad, transculturalidad y migración               (Derivado de nuestra colaboración en la elaboración del documento del Proyecto Europeo SMILE)

La población humana se extendió por todo el planeta a través de los movimientos nómadas, los asentamientos de migrantes pusieron en contacto diferentes conocimientos, costumbres y creencias. Muchas incorporaron la diferencia y generaron nuevas maneras de ser y hacer según el contexto y las relaciones sociales. Este proceso ligado a la manera en que se satisface necesidades y deseos es lo que llamamos cultura.

 

Es importante recordar que cultura no es sólo cocina típica y folclore, e incluso va más allá de la religión, aunque estas hayan tenido un peso muy importante en la cultura a lo largo de la historia. Podemos tomar como referencia el esquema Las culturas: patrón universal de Harris 1990. También podemos tomar con indicación a Konthak 1999 sobre la clasificación de la cultura en tres niveles, como ejemplos de clasificación. 

 

Por lo tanto, las migraciones siempre han sido un aspecto vital del ser humano y ha caracterizado la idiosincracia de los núcleos poblacionales, bien sea porque se han dado en el pasado o por integraciones recientes.

 

La manera en que se favorece o obstaculiza la integración de nuevos grupos poblaciones a una comunidad ya establecida puede enriquecer a dicha comunidad o por el contrario generar tensiones y problemas. Por ello, es sumamente importante generar políticas y practicas que favorezca no sólo la integración, sino la inclusión de las personas que se incorporan más recientemente.

 

Poner en valor la diversidad cultural y de la diferencia, visibilizar los aspectos positivos de la inclusión y saber manejar los conflictos, se vuele clave en el trabajo con la población local, al mismo tiempo, facilitar la inclusión de las personas inmigrantes dando oportunidades que permitan no sólo su acoplamiento al entorno dado, sino posibilitando que ésta aporte también sus conocimientos, costumbres y creencias: su cultura.

 

Somos conscientes de que estamos en un mundo multicultural. Tenemos conocimiento de ello a través de los viajes propios o ajenos, de la difusión de la multiculturalidad en la educación, medios de información y comunicación tradicionales (informativos, documentales, películas), instituciones y centros difusores de cultura como los museos y en el mundo más contemporáneo a través de Internet.  ¿Quedan grupos poblaciones ¨puros¨ sin ninguna influencia y adquisición de otras culturas? Y decir puro suena a laboratorio.

 

Incorporamos algunos elementos interculturales, cuando nos apropiamos de ideas o costumbres de otras culturas siendo conscientes que no son propias del contexto con el que nos identificamos y esto sucede cada vez más en un mundo globalizado. Pasamos a otro nivel de interacción, cuando el transculturalismo difumina las fronteras culturales, lo propio y lo ajeno se vuelve común.

 

Las culturas como concepto dinámico, están siempre en continua transformación y las relaciones entre personas de diferentes culturas, es el elemento clave para que esto ocurra, y para ello debe darse la convivencia, pues los contactos temporales pueden cambiar rasgos individuales, pero no producen transformaciones colectivas.

 

Si se reconoce la multiculturalidad, la interculturalidad y la transculturalidad de la especie humana a lo largo de su historia. Las sociedades se han desarrollado y enriquecido gracias a esto, entonces ¿por qué hay tanto rechazo a la inmigración?

 

Un tema complejo que ha sido y debe ser reconocido y protegido dentro de los Derechos Humanos, por los derechos civiles y políticos y los económicos, sociales y culturales, siendo más específicos en los derechos de los migrantes. El Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, acordado por la Naciones Unidas en el 2018, pretende la cooperación entre países para atender las causas, intervenir en el tráfico de persona, atención básica, mejorar las vías de la inmigración legal… Este pacto que no es jurídicamente vinculante, por lo tanto, se queda en una declaración de intenciones, ni contiene toda la atención que necesita la migración.

 

Reconocer y actuar positivamente ante el hecho de que existe población migrante, llámese legal o no, sigue siendo una tarea que depende de la buena voluntad de los gobiernos locales o nacionales, de organizaciones no gubernamentales y de colectivos que toman consciencia de la importancia que esto tiene y trabajan por crear espacios relacionales dignos para todas las personas, co-generando comunidades solidarias y prosperas.

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